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La Displasia del Desarrollo de la Cadera es una condición ortopédica que pueder llegar a tener incidencia en 23 de cada 1000 nacidos vivos. Incluye una variedad de posibles alteraciones anatómicas: «clic» en la cadera, inestabilidad clínica, luxación clínica reversible o irreversible, hallazgos ecográficos de inmadurez, o posible luxación en la ecografía dinámica. Un abordaje temprano y específico de esta condición es fundamental, debido a su potencial impacto en la función motora y la calidad de vida de los niños y sus familias.

¿Cuáles son los Factores de Riesgo para la Displasia del Desarrollo de la Cadera?

La etiología y los factores de riesgo en la Displasia del Desarrollo de la Cadera aparecen bien documentados en la literatura científica. Entre los factores más prevalentes se encuentran la presentación podálica —cuando el bebé nace de nalgas—, el sexo femenino y los factores genéticos/antecedentes familiares de displasia de cadera. Pese a que un peso elevado al nacimiento (>4000 gramos) ha sido tradicionalmente identificado como factor de riesgo significativo, esto ha sido recientemente puesto en duda por Hanratty et al. (2021).

Otros factores mecánicos, como la restricción del espacio intrauterino debido a oligohidramnios —poca cantidad de líquido amniótico— y la posición intrauterina, también parecen contribuir a la displasia de cadera.

El Diagnóstico de Displasia del Desarrollo de la Cadera

Un diagnóstico temprano es fundamental para evitar complicaciones graves a largo plazo. Tradicionalmente, este se realiza a través de la exploración física, utilizando maniobras específicas como las de Ortolani y Barlow que evalúan la estabilidad de la cadera del recién nacido.

El examinador aduce la cadera mientras aplica una fuerza posterior en la rodilla para promover la luxación.
El examinador abduce la cadera mientras aplica una fuerza anterior en el fémur para reducir la articulación de la cadera.

Sin embargo, la eficacia de dichos tests clínicos puede variar, y es común complementar el examen físico con estudios de neuroimagen, especialmente la ecografía, que se considera el «gold standard» para la detección temprana en los primeros meses de vida.

El uso de la ecografía según el método de Graf —que clasifica las caderas de los recién nacidos en función de la medición de dos ángulos principales: el ángulo alfa y beta, empleados para evaluar la madurez del techo acetabular y la cobertura de la cabeza femoral— permite una evaluación detallada de la morfología de la cadera y su estabilidad. Estudios recientes destacan que, aunque la exploración mediante Barlow y Ortolani es esencial —no así la limitación en el rango en abducción de cadera o el sonido «clic»— la ecografía debe considerarse para todos los recién nacidos con factores de riesgo o con hallazgos clínicos dudosos.

¿Qué Opciones de Tratamiento Hay Disponibles?

El tratamiento de la displasia del desarrollo de la cadera depende de la edad del paciente y la severidad de la displasia. En los primeros seis meses de vida, el tratamiento más común es el uso de un arnés de Pavlik. Este tiene una tasa de éxito del 70-95% en la estabilización de la cadera si se inicia de forma temprana. Como puedes ver en la imagen, el arnés es un dispositivo ortopédico diseñado para mantener la cadera del bebé en una posición de abducción y flexión, permitiendo que la cabeza femoral se asiente correctamente en el acetábulo y promoviendo su desarrollo normal.

El fracaso en el tratamiento con el arnés puede requerir intervenciones más invasivas, como la reducción cerrada —seguida de la inmovilización con yeso en espiga— o abierta de la cadera.

En los casos en que el tratamiento no se inicia de manera temprana, o si persiste la displasia severa después de intentos de reducción, las intervenciones quirúrgicas pueden ser necesarias. Estas incluyen osteotomías pélvicas o femorales, diseñadas para realinear quirúrgicamente el acetábulo o el fémur para mejorar la congruencia articular.

Importancia de una Intervención Temprana

La identificación, seguimiento e intervención temprana es crucial en la Displasia del Desarrollo de la Cadera debido a su posible impacto en el pronóstico a largo plazo. Detectar y tratar la displasia antes de los seis meses de vida permite una intervención menos invasiva y una mayor probabilidad de una corrección completa. La ausencia de diagnóstico temprano puede llevar a la necesidad de tratamientos más invasivos y complicaciones como la displasia residual o la necesidad de reemplazo total de cadera en la adultez joven.

De esta forma, los programas de cribado universal han demostrado ser efectivos para reducir la incidencia de diagnósticos tardíos y la necesidad de cirugías complejas. Sin embargo, continúa siendo fundamental profundizar en la sensibilización y la educación de los profesionales de la salud sobre la importancia del cribado y la atención continua durante los primeros meses de vida.

Puedes consultar más artículos como este en el Blog de Álvaro Hidalgo—Robles

~ Agosto 2024 © Hidalgo-Robles Á.